En una entrevista exclusiva para nuestra revista, Juan Ignacio
Gilligan, experto en inteligencia emocional aplicada al deporte,
comparte sus reflexiones sobre la importancia del trabajo emocional en
la formación de jóvenes deportistas.
Juan Ignacio Gilligan durante una capacitación en Monte Hermoso,
Argentina
Clara M. Rojas: Muchas gracias por aceptar esta entrevista, Juan
Ignacio. Tu trabajo ha ido más allá de lo académico: es fruto de
años de observación directa en los vestuarios, en las prácticas, en
los partidos. ¿Cómo empezó todo esto?
Juan Ignacio Gilligan: Gracias a vos por invitarme. La verdad es que
todo comenzó casi por casualidad. En aquel momento, trabajaba en
proyectos comunitarios vinculados a la difusión de valores, y había
ganado el Premio Fundación Telefónica por una publicación sobre ese
tema. Un día, un entrenador me pidió si podía hablar con un jugador
que estaba teniendo dificultades para adaptarse al equipo. Fui,
hablé con él, y luego me invitaron a hablar con todo el grupo. Ese
fue el primer paso. No sabía que eso marcaría mi vida.
Clara: ¿Y cómo fue que pasaste de esa charla puntual a convertirte
en un referente en inteligencia emocional aplicada al deporte?
Gilligan: Bueno, después de esa primera conversación, muchos otros
jugadores, padres, técnicos, incluso dirigentes, empezaron a
llamarme. Me di cuenta de que había un vacío enorme en el mundo del
deporte: nadie enseñaba a gestionar las emociones. Los chicos
llegaban a los equipos con talento físico y técnico, pero sin
herramientas para manejar la frustración, la ansiedad, el miedo al
error... Y todo eso afectaba su rendimiento.
"La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender
y gestionar nuestras emociones, tanto propias como ajenas. En el
deporte, esto es fundamental."
Clara: ¿Qué entendés por inteligencia emocional en el contexto
deportivo?
Gilligan: Para mí, la inteligencia emocional (IE) es la capacidad de
reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones, tanto propias
como ajenas. En el deporte, esto es fundamental. Un jugador puede
tener todas las habilidades técnicas del mundo, pero si no sabe
controlar la ansiedad antes de un partido, si no puede superar un
gol fallado, si no logra comunicarse bien con sus compañeros... todo
eso termina afectando su desempeño.
La IE se compone de cinco dimensiones clave: autoconciencia,
autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales.
Trabajamos con estas herramientas constantemente, porque son las que
permiten a los deportistas alcanzar su máximo potencial.
Clara: Hablabas de la frustración, de la ansiedad... ¿Cuáles son
algunas de las emociones más recurrentes que ves en los vestuarios?
Gilligan: Las principales son el miedo al fracaso, la presión
externa (de hinchas, prensa, familia), la soledad interna —muchos
jugadores sienten que están solos ante ciertas situaciones—, y
también la falta de autoconfianza. Pero hay algo interesante: muchas
veces, estos sentimientos no salen a la luz hasta que alguien les da
permiso para hablarlos. Por eso creo que es tan importante crear
espacios seguros donde puedan expresarse.
⚽ 🏀 🎾
Clara: ¿Cómo construís esos espacios?
Gilligan: Con herramientas muy prácticas. Usamos películas como
recurso, como El guerrero pacífico, Coach Carter o Jerry Maguire.
También llevamos diarios personales, hacemos ejercicios de
visualización positiva, y sobre todo, creamos momentos de reflexión
colectiva. Creo firmemente que el deporte y la vida no están
separados: son una misma experiencia. Mejorás en uno y mejorás en el
otro.
Clara: ¿Nos podés contar un ejemplo concreto de cómo la inteligencia
emocional ayudó a un jugador?
Gilligan: Claro. Uno de los casos que más impacto me dejó fue el de
Andrés Iniesta. Cuando se lesionó antes del Mundial de Sudáfrica
2010, muchos pensaban que no llegaría. Pero él usó la visualización
positiva: se imaginaba marcando el gol de la final, jugando bien,
ayudando al equipo. Esa imagen mental lo mantuvo motivado durante la
recuperación. Y llegó al Mundial y marcó ese gol histórico contra
Holanda. Es un ejemplo claro de cómo las emociones pueden ser
aliadas si se trabajan bien.
"Mi sueño es que la inteligencia emocional sea parte integral de
cualquier programa formativo deportivo. Desde las divisiones
juveniles hasta los primeros equipos."
Clara: ¿Y qué pasa con quienes no tienen esas herramientas? ¿Cómo
los ves afectados?
Gilligan: Muchos deportistas intentan resolver sus conflictos
emocionales a base de ensayo y error. Algunos lo logran, otros no.
Pero hay un costo: mayor riesgo de lesiones, menor rendimiento,
menos disfrute. He conocido muchos jóvenes que abandonan el deporte
no por falta de talento, sino por agotamiento emocional. Eso me
motiva aún más a seguir trabajando en este campo.
Clara: ¿Cuál es tu visión a largo plazo?
Gilligan: Mi sueño es que la inteligencia emocional sea parte
integral de cualquier programa formativo deportivo. Desde las
divisiones juveniles hasta los primeros equipos. Quiero seguir
formando no solo buenos jugadores, sino mejores personas. Personas
capaces de liderar, escuchar, manejar la adversidad, conectar
consigo mismos y con los demás. Porque el deporte no es solo
competencia: es transformación.
Clara: ¿Cómo definirías tu metodología?
Gilligan: Diría que es humanista, empática y práctica. No soy
psicólogo ni terapeuta; soy alguien que aprendió desde la comunidad,
la calle y los vestuarios. Mi enfoque es facilitar procesos de
autoconocimiento, usando herramientas accesibles: cine, libros,
diarios, conversaciones profundas. Todo esto combinado con la
acción, con el juego real.
Clara: ¿Hay resistencias en el ambiente del fútbol o del deporte
profesional?
Gilligan: Sí, las hay. Muchos siguen viendo esto como "algo blando",
como si fuera una pérdida de tiempo frente al entrenamiento físico o
táctico. Pero cada vez más entrenadores y dirigentes entienden que
si no trabajamos con la mente y el corazón, no estaremos apoyando el
desarrollo completo del deportista. Hace poco, un director técnico
me dijo: "No puedo pedirle a un chico que dé el alma si no sé cómo
se siente".
Clara: ¿Qué consejo le darías a un joven deportista que quiere
rendir al máximo?
Gilligan: Que nunca subestime lo que siente. Que aprenda a mirar
hacia adentro. Que se pregunte: ¿qué me pasa hoy? ¿Por qué reacciono
así ante el error? ¿Cómo me comunico con mis compañeros? ¿Cómo
manejo la presión? Porque si no trabajás eso, tarde o temprano te va
a frenar. Y no es cuestión de fuerza de voluntad, es cuestión de
herramientas.
Clara: ¿Y a los entrenadores?
Gilligan: Que no vean solo el resultado inmediato. Que se pregunten
cómo están los jugadores por dentro. Que dediquen minutos de la
práctica a revisar cómo se sintieron, cómo respondieron al estrés,
cómo se relacionan entre sí. Porque si no cuidamos la salud
emocional del equipo, difícilmente tengamos un equipo fuerte.
Clara: Para cerrar, ¿qué mensaje le dejarías a los lectores de La
Masía del Sur?
Gilligan: Cuando el deporte se convierte en un espacio para trabajar
el autodominio, la comunicación efectiva, la inteligencia emocional
y las habilidades sociales, estamos formando mucho más que atletas:
estamos formando personas preparadas para la vida. Porque el éxito
real se construye de adentro hacia afuera. La copa es solo el
reflejo externo de una conquista interior.
Clara: Muchas gracias, Juan Ignacio. Ha sido un placer compartir
esta conversación contigo.
Gilligan: Gracias a vos. Siempre es un honor poder hablar del
deporte como espacio de transformación humana.